Moisés



MOISÉS...


Se cedió tan completamente al propósito de Dios, como la vara que tenía en la mano lo estaba a su propia voluntad. A esto se debió su nombre escogido de «el siervo del Señor» y la constante reiteración de la frase «como el Señor mandó a Moisés». Se alimentaba diariamente de las promesas de Dios, presentándolas en sus oraciones, y apoyándose completamente en ellas. 
Y con frecuencia sabía lo que era dejar tras sí lo familiar y lo experimentado para volverse hacia lo extraño y nuevo; por mandato de Dios caminaba, aunque pareciera que no había nada donde pisar, arrojándose a sí mismo y a tres millones de gentes, absolutamente al cuidado de Dios, asegurado de que la fidelidad de Dios no le faltaría. Su fe hizo de Moisés todo lo que era. Los métodos de Dios nunca pasan. No dejaremos de tener su fe, si pagamos el precio de su disciplina.

¿Tienes voluntad para abandonar toda tu fuerza? ¿Dejar todos tus planes para adoptar los de Dios? ¿Indagar su voluntad y hacerla absolutamente? ¿Ponerte en actitud de rendición absoluta a sus propósitos? ¿Alimentarte diariamente con las promesas de Dios, como una joven con las promesas de su amado ausente? ¿Confiar, sin emoción alguna, en la fidelidad de Dios, sólo estando plenamente persuadido de que Él hará todo cuanto ha prometido? Entonces seguramente por medio de ti, Dios, ahora o en adelante, obrará como en los antiguos tiempos de los cuales nuestros padres nos han hablado... 

Es cierto que, mientras pasa el siglo presente, Dios tiene grandes planes que pronto se realizarán. Conforme a su método invariable, tendrá que verificarlos mediante la instrumentalidad y la fe de los hombres; la única cuestión es, ¿estamos en tal condición, es de tal naturaleza nuestra fe, que puede obrar por medio de nosotros para la gloria de su santo Nombre? Meditemos bien las lecciones enseñadas en la vida y el carácter de Moisés, para que en el debido tiempo lleguemos a ser instrumentos apropiados para el uso del Maestro, y estemos preparados para toda buena obra.



Frederick B. Meyer

Libro: Moisés, el siervo de Dios